Trabajar desde casa y sobrevivir para contarlo
Para quiénes no estaban acostumbrados a hacerlo de forma regular, la experiencia de trabajar desde casa durante este largo período de tiempo que nos impuso la pandemia, ha sido un increíble desafío.
El espacio fuera de nuestras cuatros paredes no parece seguro (incluso, puede resultar peligroso para nuestra supervivencia), debemos seguir cumpliendo con los objetivos que nos impone el trabajo, y el contacto con el mundo exterior (donde están nuestros familiares y nuestros amigos) está limitado al espacio plano y distante de una pantalla.
Aunque parezca mentira –y salvando las distancias–, esta descripción se parece mucho a las condiciones que caracterizan a los entornos extremos que muchos científicos deben afrontar en las estaciones polares del Ártico y la Antártida, en las bases submarinas o en el espacio exterior. Estos entornos extremos presentan tres características principales: un ambiente exterior hostil, un objetivo de misión exigente y comunicaciones limitadas con los seres queridos[1]. Suena familiar, ¿verdad?
El brote global de coronavirus nos ha llevado a un aislamiento forzado durante el cual muchos de nosotros debimos enfrentar largos períodos recluidos en el hogar, ya sea con la familia o solos, y sabemos de primera mano que puede ser muy estresante. Pero, ¿cuáles son los efectos del aislamiento tanto física como psicológicamente? ¿Cómo podemos mantenernos positivos, productivos y mentalmente activos minimizando las consecuencias?
El aislamiento, una amenaza al acecho
Una de las razones por las que vivir en aislamiento es tan difícil es porque somos criaturas sociales. Y aquí conviene diferenciar entre dos conceptos que suelen usarse indistintamente: aislamiento y soledad. Mientras que el aislamiento surge en situaciones (muchas veces no deseadas) en las que no se tienen suficientes personas con las que interactuar, la soledad es la experiencia subjetiva de no tener contactos personales relevantes, aun estando rodeado de gente.
El aislamiento puede ser perjudicial no solo para cumplir con el trabajo y las actividades diarias sino también para nuestra salud física y mental; así lo atestiguan muchas personas que han vivido en entornos aislados tales como los investigadores destinados en la Antártida o los astronautas en misiones espaciales.
En esas condiciones existen más probabilidades de sufrir depresión, problemas de memoria, sensación de soledad, aburrimiento, dificultades para la interacción social y pocas oportunidades para evitar conflictos interpersonales derivados de la convivencia forzosa las 24 horas. Pero también se compromete el sistema inmunitario, lo que aumenta la probabilidad de enfermar[2].
En las bases antárticas, por ejemplo, el aislamiento contribuye al desarrollo de problemas de salud mental relacionados con el temor a sufrir malestares o lesiones en un lugar donde las condiciones climáticas hacen que las evacuaciones sean riesgosas junto con la monotonía de comer, dormir, trabajar y pasar el tiempo libre en un solo espacio con la misma gente durante meses. En estas condiciones, la respuesta individual puede ser muy variada e impredecible: mientras que algunas personas desarrollan un alto sentido de solidaridad y trabajo en equipo, otras pueden deprimirse y sufrir alteraciones en su comportamiento. Un caso extremo se produjo en la estación antártica soviética de Vostok en 1959, en la que un científico se desquició después de perder una partida de ajedrez y asesinó a su oponente con un hacha. Luego de este incidente se prohibió el ajedrez en las estaciones soviéticas[3].
Aconsejan los expertos
Scott Kelly, el astronauta norteamericano que vivió en la Estación Espacial Internacional durante casi un año, reconoce que la experiencia no fue fácil y que permanecer encerrado en casa también puede ser desafiante. ‘Cuando me iba a dormir, seguía en el trabajo y cuando me despertaba, aún estaba en el trabajo’, cuenta Kelly[4], quien nos deja algunas recomendaciones que pueden resultar muy útiles para sobrevivir a nuestro encierro forzado en la Tierra:
- Cumplir un horario. En la Estación Espacial todo el tiempo está agendado, desde que abrimos los ojos hasta la hora de ir a dormir.
- Tomar pausas. Cuando se vive y se trabaja en el mismo espacio durante muchos días, el trabajo puede invadir toda tu vida si lo permites.
- Dormir a la misma hora. Los científicos de la NASA estudian de cerca el sueño de los astronautas cuando están en el espacio y han descubierto que la calidad del sueño se relaciona con la cognición, el estado de ánimo y las relaciones interpersonales, que son esenciales para superar una misión en el espacio o una cuarentena en casa.
- Tener un pasatiempo. Cuando se está encerrado en un espacio pequeño hace falta una válvula de escape que no sea el trabajo ni el mantenimiento del entorno.
- Tomarse un tiempo para socializar. La ciencia ha establecido que el aislamiento es dañino no solo para la salud mental sino también para la salud física, especialmente para el sistema inmune. La tecnología hace que hoy sea más fácil que nunca mantenerse en contacto, así que vale la pena tomarse un tiempo para conectarse con alguien todos los días.
Beth Healey, por su lado, es una científica británica que pasó un año en la Estación de Investigación Concordia en la Antártida realizando investigaciones para la Agencia Espacial Europea (ESA) sobre los efectos del aislamiento y lo que podría significar para los vuelos espaciales a largo plazo. En función de su propia experiencia, estos son algunos de sus consejos para afrontar el confinamiento[5]:
- Mantener una rutina personal, sea la que sea, especialmente el ciclo de sueño/vigilia. No es bueno quedarse despierto hasta muy tarde ni estar acostado durante períodos prolongados; la falta de un ritmo inducirá cambios biológicos y cambios de humor.
- Hacer ejercicio, mantener un espacio privado, por pequeño que sea, y establecer límites.
- Satisfacer la necesidad humana de conectarse con la naturaleza: cuidar a los animales, hacer jardinería, mantener plantas y cultivar semillas.
- Seguir comunicándose con amigos y familiares fuera del hogar, pero no exclusivamente, ya que este comportamiento deja afuera a los que están alrededor.
Sobrevivir para contarlo
Luego de la epidemia de SARS[6], se conocieron investigaciones que encontraron que, aquellas personas que experimentaron una mayor sensación de soledad y falta de contacto social y físico debido a la cuarentena, más tarde tuvieron mayor probabilidad de desarrollar Trastorno de Estrés Postraumático[7]. El impacto del aislamiento no debe subestimarse ni ponerse al final de las listas de prioridades. La ansiedad, la depresión y la sensación de soledad son algunas de las consecuencias que pueden persistir incluso mucho después de que termine la actual pandemia.
Dentro de las organizaciones –que hoy cuentan con una gran cantidad de colaboradores trabajando desde su casa–, los empleados que se sienten aislados comienzan a sentirse menos conectados con los valores corporativos. En este sentido, la cultura de la empresa desempeñará un papel crucial; la identificación positiva con una cultura organizacional que fomente la comunicación, la inclusión y la tolerancia puede ayudar a las personas a lidiar con el estrés del aislamiento. El sentido de pertenencia, que juega un papel clave en la forma en la que pensamos, sentimos, actuamos y nos auto percibimos, proporcionará una mayor estimulación mental y una idea de propósito.
Apelar al pensamiento positivo y a la comunicación abierta, y aprovechar la experiencia de otros nos ayudará a transitar por este tiempo de trabajo desde casa y a sobrevivir para contarlo.
[1] TEMP, A.G.M. et al. (2019): “‘I really don’t wanna think about what’s going to happen to me!’: a case study of psychological health and safety at an isolated high Arctic Research Station“.
[2] ANDERSON, L. (2019): “What are the effects of total isolation? An expert explains”. Theconversation.com
[3] SUEDFELD, P. (2016): “How Antarctic isolation affects the mind”. Canadian Geographic.
[4] KELLY, S. (2020): “Pasé un año en el espacio y tengo algunos consejos sobre el aislamiento”. www.nytimes.com/es/
[5] GREEN, J. (2020): “How to cope with isolation: lessons from a space doctor in Antarctica”. www.skyatnightmagazine.com.
[6] Severe Acute Respiratory Syndrome por su sigla en inglés, que tuvo lugar entre 2002 y 2004.
[7] BROOKS S.K. et al. (2020): “The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence”. The Lancet.