Futuro exponencial
Durante los últimos años, las tecnologías inalámbricas de comunicación e Internet no solo se han vuelto omnipresentes en muchos órdenes de la vida, sino que son cada vez más asequibles y disponibles para todos. Gracias a esto, el mundo ha cambiado de una escala local a global, de un entorno físico a otro digital y de un ritmo de evolución lineal a uno exponencial.
Hoy en día existen muchas tecnologías que se pueden agrupar bajo el atributo de ‘exponenciales’ en función del tipo de curva que sigue su crecimiento. Se trata de una progresión geométrica que ocurre cuando una cantidad original aumenta a una tasa constante durante un período de tiempo, lo que hace que crezca cada vez más rápido. Debido a que la mayor parte de las curvas exponenciales comienzan muy por debajo de 1, su crecimiento temprano casi siempre pasa desapercibido. Pero, en unos pocos pasos, esa misma línea que lucía prácticamente horizontal se dispara de manera explosiva, lo que hace que el crecimiento exponencial sea tan impactante[1].
Fuera del campo de la tecnología, el crecimiento exponencial es poco común (en el mundo natural, por ejemplo, no es una situación muy sostenible ya que depende de cantidades ilimitadas de recursos, lo cual no suele ocurrir) siendo el crecimiento lineal el modelo predominante[2]. Dado que nuestros cerebros están naturalmente mejor adaptados para comprender fenómenos locales y lineales, el crecimiento exponencial nos suele sorprender como aparecido de la nada. Y esto no se debe al hecho de que la tecnología sea impredecible, al contrario. Más bien es producto de nuestras propias limitaciones cognitivas. Por lo tanto, a fin de estar mejor preparados para los posibles escenarios futuros, resulta crucial comprender el crecimiento exponencial de las tecnologías.
Muchos de estos nuevos desarrollos, que por un lado permiten grandes mejoras en el mundo del trabajo, por el otro desafían las estructuras y los modelos existentes. Es por esto que se consideran tecnologías disruptivas: trastocan los paradigmas actuales y los modelos de negocios.
En muchos aspectos, la proliferación de los smartphones, la computación en La Nube, las redes sociales, la multiplicación de los sensores, Internet de las Cosas y el análisis de Big Data (todos habilitados por el enorme incremento de la conectividad y la penetración de Internet) se están imponiendo a un ritmo mucho más acelerado del que las organizaciones pueden seguir.
Este conjunto de cambios, también denominado ‘innovación disruptiva’, ha sido ampliamente estudiado y se ha observado que sigue ciertos patrones o leyes tecnológicas:
- La Ley de Moore. Expresa que la capacidad de los microprocesadores se duplica cada 18 meses. Su consecuencia directa es que los precios bajan al mismo tiempo que aumentan las prestaciones exponencialmente.
- La Ley de los rendimientos acelerados. En el año 2001, Ray Kurzweil extiende la Ley de Moore para incluir las tecnologías futuras y establece que siempre que una tecnología alcance cierto tipo de barrera se inventará otra nueva que permitirá cruzar esa barrera.
Algunas tecnologías que están en el inicio de una fase de crecimiento exponencial (impresión 3D, inteligencia artificial, robótica, drones, nanotecnología, etc.) ya están cambiando radicalmente muchos procesos, acelerándolos y haciéndolos más flexibles. Y de acuerdo con algunas investigaciones, pronto dejarán su senda de crecimiento lento para dar paso a un crecimiento explosivo[3].
Frente a este panorama, ¿cómo deberían adaptarse las empresas a la naturaleza exponencial de un mundo basado en la información?
Desarrollar una estructura y una cultura coherentes en las que la aceleración del cambio sea el nuevo paradigma plantea nuevas exigencias, tanto en el mundo físico como en el virtual, junto con la necesidad de contar con modelos sustancialmente distintos de aquellos a los que estamos acostumbrados.
‘El mejor espacio de trabajo es el que te facilita el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación como si no fuesen nuevas, sino de toda la vida.’ Juli Capella, Arquitecto | Director del Estudio Capella García.
Un nuevo paradigma
En el siglo XXI –gracias al impresionante desarrollo de las tecnologías móviles, la gran penetración de Internet y el auge de las redes sociales– ha comenzado a gestarse una nueva forma de entender el consumo: es el llamado consumo colaborativo.
En este nuevo escenario, muchas empresas han comenzado a considerar sus activos físicos como un mero gasto de operación y están iniciando la transición desde el tradicional ideal de la ‘propiedad’ hacia el nuevo modelo de ‘acceso’ reduciendo sus tenencias, alquilando sus equipos y tercerizando sus actividades (incluso las críticas) como una forma de deshacerse de todo tipo de posesión material. En la nueva economía colaborativa, el verdadero valor diferencial está en el capital intelectual, no en las cosas[4].
Según Salim Ismail, Director de Singularity University, la no-propiedad es la clave del futuro[5]. Las organizaciones tradicionales han evolucionado linealmente para gestionar la escasez, un entorno en el que el concepto de propiedad funciona bien. Pero, en un mundo basado en la información, en el que las tecnologías están evolucionando exponencialmente, acceder o compartir funciona mejor.
Este cambio socioeconómico y cultural empezó con compañías tales como Spotify, Netflix, Airbnb o Uber, emprendimientos basados en plataformas digitales que utilizan los datos para escalar. Este nuevo paradigma –que se construye sobre las tecnologías de la información para transformar la realidad del mundo físico en digital a demanda de los consumidores– es la esencia de lo que Ismail denomina la ‘Organización Exponencial’; una estructura más adecuada para hacer frente al ritmo acelerado y no lineal de la evolución tecnológica.
La Organización Exponencial
En este mundo de cambios acelerados, las empresas tradicionales están quedando obsoletas a gran velocidad. Aquellas que cuentan con grandes instalaciones repartidas por todo el mundo hoy se enfrentan al reto de tener que operar con agilidad en un mundo que se mueve muy rápido. Para competir en el mundo actual, fluido e incierto, es necesario poder gestionar el cambio y desarrollarse dentro de él.
El camino hacia una Organización Exponencial comienza con la declaración de un Propósito de Transformación Masiva (un lema que intenta resolver un problema global, más grande que la misión) y continúa con otros diez atributos que reflejan cuáles son los recursos necesarios para lograr un crecimiento exponencial. Los cinco primeros son externos y responden al acrónimo SCALE por su sigla en inglés[6]; los otros cinco son internos y se identifican con el acrónimo IDEAS[7].
→ Staff a demanda. Subcontratar tantas tareas como sea posible en lugar de mantener una gran fuerza de trabajo permite flexibilidad, llenar los vacíos de experiencia y garantizar un flujo constante de ideas.
‘El mundo del trabajo será totalmente freelance y autoadministrado, y estará más alineado con los intereses personales.’ Gabriel Gurovich, Experto en tecnología y disruptor de empresas | Presidente de Cuponatic LATAM.
→ Comunidad y entorno. La empresa construye su ‘comunidad’ con los miembros de su equipo y los socios, proveedores, clientes y usuarios. El ‘entorno’, en cambio, se encuentra por fuera de esas categorías. En este sentido, contar con un Propósito de Transformación Masiva inspirador es capaz de crear una comunidad que funciona espontáneamente por sí misma.
→ Algoritmos. Hoy en día el mundo funciona en base a algoritmos, desde los motores de búsqueda hasta la optimización del tráfico. Las Organizaciones Exponenciales utilizan tecnologías de aprendizaje automático para perfeccionarlos.
→ Externalización de activos. La tendencia a externalizar cualquier activo (ya se trate de alquilar o compartir recursos en contraposición a tenerlos en propiedad), incluso los de misión crítica, se ha acelerado en los últimos años.. Esto le brinda a las empresas la flexibilidad necesaria para escalar esos activos fácilmente, tanto local como globalmente.
→ Compromiso. La implementación de sistemas de reputación digital (juegos, premios, incentivos, etc.) produce feedback con ideas innovadoras y aumenta la fidelización de los clientes y la comunidad, lo que permite un crecimiento más rápido.
→ Interfaces. Son algoritmos que dirigen automáticamente los flujos de trabajo de la manera más eficiente posible y a las personas adecuadas dentro de la organización.
→ Tableros. Dada la gran cantidad de datos disponibles sobre clientes y empleados, los tableros permiten a todos los miembros de la organización un acceso rápido a las métricas en tiempo real.
→ Experimentación. La utilización de métodos que faciliten la experimentación y la mejora del proceso a través de ciclos de retroalimentación rápidos permite ensayar constantemente con riesgos controlados. Para esto hay que fomentar una cultura organizacional con baja aversión al fracaso.
→ Autonomía. Se debe fomentar la autonomía en las estructuras de decisión con equipos multidisciplinarios que se autoorganizan y operan con autoridad descentralizada. Las jerarquías planas promueven la agilidad y aceleran el aprendizaje y los tiempos de reacción.
→ Tecnologías sociales. Las tecnologías sociales crean interacciones horizontales en empresas organizadas verticalmente. De esta forma, ayudan a construir comunidades y mejoran el acceso a la información dentro de toda la organización.
Aunque no todas las Organizaciones Exponenciales cumplen con los diez atributos mencionados, cuantos más tengan, más flexibles y escalables tenderán a ser.
[1] ISMAIL, S. et al. (2012): “Abundance: the future is better than you think”.
[2] LUND, T. & SAFOUHI, H. (2019): “Exponential Life”.
[3] DELOITTE (2015): “Industry 4.0 Challenges and solutions for the digital transformation and use of exponential technologies”.
[4] RIFKIN, J. (2001): “The Age of Access”.
[5] ISMAIL, S. et al. (2014): “Exponential Organizations”.
[6] Staff on demand, Community and crowd, Algorithms, Leveraged assets, Engagement.
[7] Interfaces, Dashboards, Experimentation, Autonomy, Social technologies.