La oficina del hombre paleolítico
Hoy en día, la mayor parte de las personas desarrollan sus actividades dentro de un entorno artificial.
Pero, aunque nos hemos acostumbrado a trabajar bajo techo, sin luz natural y privados del contacto con la naturaleza, lo cierto es que nuestra biología -adaptada a las condiciones del mundo natural del paleolítico- no se ha podido acomodar completamente a estos cambios. Como resultado de este desajuste han comenzado a aparecer ciertas patologías relacionadas con el estrés y la inactividad física. El desafío, entonces, será proponer un diseño inteligente que revalorice la esencia y las necesidades biológicas que parecen haberse olvidado en los últimos años de evolución tecnológica.
Desde la aparición del hombre sobre la Tierra el desarrollo humano fue progresando de manera gradual y lineal. Pero a partir de la Revolución Industrial, hace alrededor de 200 años, empezaron a tomar forma grandes transformaciones. Miles de trabajadores rurales abandonaron los campos e invadieron las ciudades. A partir de entonces, las labores se empezaron a desarrollar mayormente bajo techo -en el ambiente artificial de las fábricas y las oficinas- y el trabajo se volvió más sedentario.
La velocidad de estos cambios, cuando la observamos a la luz de los 2,5 millones de años de evolución humana, es impresionante: representa el 0,008 por ciento de la historia del hombre sobre la Tierra. Y a pesar de que hoy en día el entorno artificial en el que nos movemos nos parece absolutamente natural, lo cierto es que nuestra biología -adaptada a las condiciones del mundo natural del paleolítico- no se ha podido ajustar completamente a estos cambios y ha producido un desajuste entre las necesidades biológicas de los hombres y su estilo de vida.
Estos desajustes serían responsables de enfermedades tales como la obesidad, algunas dolencias cardiovasculares, las cada vez más frecuentes alergias, algunas formas de depresión y el estrés crónico, entre otras.
Sedentarismo. A diferencia de nuestros ancestros que recorrían sin descanso la sabana, o de los campesinos que trabajaban con su cuerpo de sol a sol, la tecnología nos ha convertido en los seres humanos más sedentarios de la historia.
Estar mucho tiempo sentado se relaciona principalmente con trastornos musculoesqueléticos producto de adoptar una mala postura por largos períodos de tiempo, que traen aparejados dolores de espalda, de hombros y de cuello. Pero no todas son molestias musculares. La inactividad prolongada también puede ser responsable de problemas relacionados con el control de la glucemia y el aumento de los triglicéridos y las grasas en la sangre, elevando así el riesgo de enfermedades del corazón.
Alergias. El espacio de trabajo necesita ventilarse, ya sea por medios naturales o mecánicos, para cumplir con dos grandes requerimientos ambientales que aseguran la calidad del aire interior: proporcionar el oxígeno necesario mediante el suministro de aire fresco del exterior y controlar la contaminación ambiental causada por la presencia de dióxido de carbono, olores, exceso de calor, emanaciones, microorganismos, etc.
Cuando el ambiente no cuenta con estas condiciones comienzan a aparecer síntomas de disconfort y enfermedad que pueden ocasionar una variedad de molestias tales como sequedad de piel y mucosas, escozor de ojos, etc. Por lo tanto, mantener una buena calidad del aire interior evita problemas de salud o de incomodidad y reduce las enfermedades respiratorias y alérgicas.
Estrés. El estrés consiste en un esquema de reacciones ‘arcaicas’ que preparan al organismo humano para la pelea o la huida, es decir, para la actividad física. El estrés era la respuesta adecuada cuando el hombre prehistórico tenía que enfrentarse a un peligro potencial, pero no lo es cuando el hombre actual tiene que esforzarse para adaptarse al trabajo en la oficina. El estrés suele ser síntoma de una mala adaptación y puede producir desde reacciones emocionales (ansiedad, depresión y fobias) hasta reacciones fisiológicas (cardiopatías, diabetes, etc.).
Según algunos estudios, las personas que pasan más de 8 horas diarias sentadas tienen más del doble de probabilidad de estar ansiosas y 4 veces más de estar deprimidas que las personas que están de pie, aunque sea por períodos cortos.
Trastornos musculoesqueléticos. La mayor parte del trabajo de oficina es sedentario y depende del uso de la tecnología. En el pasado, la necesidad de comunicación implicaba alejarse del escritorio para interactuar con otros miembros del plantel, pero hoy el creciente uso de dispositivos portátiles ha disminuido nuestra necesidad de movimiento.
Sin embargo, estar mucho tiempo sentado puede afectar los músculos, tendones, ligamentos, nervios y otros tejidos blandos, las articulaciones del cuello, miembros superiores, la espalda o las extremidades inferiores. Los síntomas incluyen dolor, hinchazón, hormigueo y entumecimiento, y, si no se toman medidas, pueden resultar en dificultad para moverse o discapacidad a largo plazo.
Y las estadísticas son muy gráficas al respecto: según un estudio de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el trabajo, el 24 por ciento de los trabajadores de la Unión Europea sufre de dolores de espalda mientras que el 22 por ciento se queja de dolores musculares.
El espacio de trabajo
Según Edward O. Wilson, un reconocido biólogo evolucionista que estudia la biofilia, ‘El verdadero problema de la humanidad es el siguiente: tenemos emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnologías casi mágicas.’
La biofilia es nuestro sentido innato de conexión con la naturaleza y otras formas de vida, esencial para especies como la nuestra cuya supervivencia depende de su relación con el ambiente. Esta tendencia comprende un conjunto de instintos básicos que estaría enraizado en nuestra biología, cuyo desarrollo se vio favorecido para facilitar la relación con el entorno en una era en que la interacción entre los humanos y el mundo natural era directa y frecuente.
No es de sorprender, entonces, que entre las características que parecen representar mejor a la oficina moderna predominen los trastornos derivados del estrés y de la inactividad física. El desafío será, entonces, recrear en la oficina de hoy las condiciones para las que nuestro organismo está mejor preparado. Para ello, Feingold nos acerca algunas estrategias:
Crear movimiento
● Utilizar equipamiento ajustable. Para favorecer las posturas saludables y recuperar la participación de todo el cuerpo, las superficies de trabajo deben ofrecer la opción de ajustar su altura a fin de poder realizar las tareas en distintas posiciones.
● Cambiar de posición periódicamente durante el día. Crear ámbitos donde los trabajadores puedan moverse, sentarse y descansar con comodidad reporta grandes beneficios: mejora la productividad y disminuye la tasa de ausentismo por enfermedad.
● Promover el ejercicio activo. Ofrecer la opción de hacer ejercicio mientras se realizan las tareas diarias incorporando algunos implementos de gimnasia tales como bicicletas fijas y cintas para caminar, lo cual permite hacer ejercicio sin interrumpir el trabajo. Sin embargo, el ejercicio activo también se puede promover a partir del diseño del layout. Un diseño planificado en base a las actividades diarias (trabajo individual y en grupo, tareas de concentración, áreas de aprendizaje, descanso y socialización, etc.) dotará al plantel de espacios específicos para desarrollar las distintas labores al mismo tiempo que promoverá el movimiento evitando las largas jornadas sentados frente a un puesto de trabajo.
Dar acceso a la luz natural
Los seres humanos somos muy sensibles a los cambios de la iluminación natural. La luz solar interviene en numerosos procesos biológicos mediante los ciclos naturales de luz y oscuridad, lo cual pone de relieve la importancia que esta tiene en todas las actividades de las personas. Además de contribuir con la visión, la luz solar desempeña una importante función biológica que ejerce una gran influencia: es el marcador de nuestro reloj interno y un estímulo que afecta el estado de ánimo, la actividad y la salud, tanto desde el punto de vista fisiológico como psicológico.
Dado que el 80 por ciento de las personas realiza su trabajo en horario diurno, parece sensato aprovechar el recurso de la luz natural para el desempeño de las tareas. Además de resultar mucho más eficiente desde el punto de vista energético es mucho más saludable.
Si a esto le agregamos la posibilidad de tener vistas exteriores hacia el horizonte, los beneficios se incrementarán en consecuencia. Contribuyen a disminuir el estrés, la ansiedad y muchas de las fobias modernas. Si bien este efecto puede estar más relacionado con la percepción de apertura que con las particularidades de las vistas, algunos investigadores que abordaron esta cuestión llegaron a la conclusión de que los paisajes verdes ofrecen el mejor efecto mientras que las extensiones de agua parecen ser superiores al paisaje urbano.
Incluir plantas en la oficina
Numerosos estudios han demostrado que contar con plantas en la oficina contribuye al bienestar psicológico de las personas además de aportar otros beneficios para la salud física tales como el aumento de la longevidad y de la salud en general. Además, las plantas ayudan a depurar el aire de toxinas y algunos compuestos químicos perjudiciales.
Lo cierto es que la presencia de plantas en los espacios de trabajo puede aportar mucho más que un mero valor estético o decorativo. Está demostrado que los ambientes que cuentan con plantas reducen el estrés y la presión sanguínea, moderan los estados emocionales, y mejoran la actitud de los empleados y su calidad de atención, llegando a incrementar la productividad hasta en un 20 por ciento.
Crear espacios abiertos
A mediados de los 60, Konrad Lorenz alertaba sobre la deshumanización y la irritabilidad que el confinamiento en espacios reducidos provoca en las personas, mientras que Edward Hall sentaba las bases de la proxemia.
Con el término proxemia Hall describe las distancias físicas que las personas mantienen entre sí para conservarse dentro de una zona de confort en función de la relación y del tipo de interacción que posean, y distingue cuatro distancias espaciales básicas: íntima, personal, social y pública. Se trata de dimensiones subjetivas que operan a nivel inconsciente y que varían de acuerdo con la cultura. La violación de estos límites del espacio personal provoca desde estrés hasta diversos grados de malestar.
Numerosos estudios han revelado que, para poder lograr una interacción exitosa aun en los espacios públicos, es necesario ofrecer condiciones de privacidad que permitan controlar el nivel de disponibilidad hacia los demás. Para mejorar la colaboración sin descuidar la necesidad de privacidad, es necesario pensar en un enfoque más equitativo entre las distintas áreas. El espacio debe ser flexible y variado.
Controlar el ruido
Según algunos estudios que miden la satisfacción de los empleados con su lugar de trabajo, el ruido aparece como una de las causas más importantes de las distracciones y las interrupciones, de la disminución en la eficiencia, del aumento del estrés y de la insatisfacción laboral.
Las plantas abiertas, pensadas para promover el encuentro y la colaboración, suelen presentar inconvenientes a la hora de manejar los niveles de ruido. Para alcanzar un buen nivel de confort acústico que permita reducir las distracciones y mantener la privacidad sin afectar la necesidad de comunicación y los beneficios de la interacción, hará falta una mejor planificación del espacio de trabajo, aplicando al diseño los principios y técnicas acústicas básicas. En este sentido se puede apelar al uso de materiales fonoabsorbentes o al mismo equipamiento para ayudar a lograr un buen confort acústico. Esto se logra cuando el lugar de trabajo proporciona condiciones apropiadas tanto para la interacción como para la confidencialidad y el trabajo de concentración.
Ofrecer condiciones de privacidad
En la era de la tecnología de las comunicaciones y las redes sociales, donde todo ocurre en tiempo real y ante los ojos del resto del mundo, hablar de privacidad parece un anacronismo. Actualmente, en los nuevos entornos de oficina abierta que privilegian el trabajo en equipo por sobre todas las cosas, los espacios privados se han visto reducidos drásticamente. Pero lo cierto es que la adopción sin reservas de la oficina de planta abierta puede transformarse en una fuente de problemas si no se tiene en cuenta que se pueden necesitar diferentes espacios para diferentes tareas y que es una buena estrategia brindar control a las personas sobre el grado de disponibilidad hacia los demás.
A partir del layout y del equipamiento se pueden generar distintas zonas que permitan realizar distinto tipo de tareas; es esencial un buen balance entre los espacios públicos y privados siempre teniendo en cuenta que se deben proporcionar zonas más protegidas y un poco alejadas de las miradas para poder mantener conversaciones más privadas.
Conclusión
El espacio de trabajo del siglo XXI está lejos de parecerse al escenario natural donde se desarrolló la mayor parte de la vida humana. Esto se manifiesta en el bajo nivel de satisfacción y el descenso de productividad de la fuerza laboral. Algunos de los problemas que nos planteamos es cómo organizamos a la gente, cómo la motivamos y cómo utilizamos el espacio de trabajo como herramienta de gestión de las empresas.
Está claro que estamos ante un cambio de paradigma en cuanto a las formas de trabajar: dónde y cuándo trabajamos, cuál es nuestra motivación, pero al mismo tiempo, seguimos teniendo las mismas necesidades biológicas que hace millones de años.
Como resultado del desajuste entre el ambiente ancestral de adaptación y el medio social actual han comenzado a aparecer ciertas patologías relacionadas con el estrés y la inactividad física. Por eso, el desafío de la era post-industrial será proponer un diseño inteligente que revalorice la esencia y las necesidades biológicas que parecen haberse olvidado en los últimos años de evolución tecnológica. Así podremos mejorar la experiencia de estar en la oficina para hacerla más humana.